Escribo muy contenta, a buen ritmo, a pesar de la tormenta que hay montada a mi alrededor. Si algo he aprendido estos meses (años) es a separar las cosas en compartimentos y disfrutar minuto a minuto de lo que hago. Si lo que toca es trabajar, a trabajar. Si lo que toca es salir y tomar algo, no se me ocurre pensar en otra cosa. ¿Qué hay que estudiar? A ello.
Pues al escribir lo mismo.
Los progesos son altos: 12.000 palabras de la parte presente en las últimas tres semanas. Esta vez estoy segura de que voy por buen camino, porque la planificación ha sido muy rigurosa y me he ocupado con resultados satisfactorios de las incoherencias detectadas en correcciones anteriores.
Esta semana haré una nueva pausa para reflexionar y para atender otros asuntos del mundo no literario que necesitan mi atención. Eso servirá para asentar todo lo escrito, imprimir y decidir cómo continuar.
La semana siguiente me espera un viaje muy especial, por estar de algún modo relacionado con la novela. ¡Y no es Edimburgo! ;)
En la siguiente entrada, un adelanto. En los días que siguen seguramente postee algún fragmento de los que he escrito.
¡A seguir bien!
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