Varias veces he dejado la novela en reposo, sin releerla ni escribir, y al retomarla me ha dado por cambiar tal o cual cosa, sin que el reencuentro fuera demasiado brusco.
Esta vez aparcarla no ha sido voluntario, y por eso me he descubierto reflexionando sobre ella día a día. El efecto ha sido totalmente distinto: de forma casi incosnciente, he ido elaborando una lista mental con incoherencias que no había detectado hasta la fecha. También ideas que dan una mejor solución, conversaciones o escenas.
Mañana tengo el último examen del semestre y será el día en que ponga todas esas ideas por escrito, para retomar la corrección. Sé que esta vez la reescritura no se prolongará demasiado en el tiempo: he empleado demasiado en la reflexión, y ahora estoy lista.
Era el impulso que necesitaba para terminar.
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