jueves, 21 de febrero de 2013

Temas complicados I

Hay temas que para mí han sido complicados de escribir. No se trata de miedo al qué dirán, sino de cuestiones cuyo tratamiento debe hacerse de forma cuidadosa por los colectivos a los que afectan o por los sentimientos que se tocan.

Hoy me centraré en la parte emocional.

A menudo es el miedo lo que frena la escritura. Miedo a saber. Miedo a descubrir el sufrimiento, en mi u otras personas cercanas. Miedo a abrir un capítulo, que las reflexiones traspasen las páginas y terminemos dándole vueltas a un asunto «desagradable» incluso después de dejar a parte el manuscrito.

La muerte y las enfermedades son este tipo de temas. Algunas las he descubierto en personas de mi entorno, otras a través de la curiosidad y la escritura. Las historias han sido un medio como otro cualquiera para reflexionar al respecto; muchas veces he terminado preguntándome cuál sería mi comportamiento en tal o cual situación. El cáncer, en particular el de mama, ha sido un fantasma cercano en mi entorno, pero no nos remitamos solo a él. Siempre ha llamado mi atención cómo cualquier enfermedad cambia la vida de un afectado y todas las personas de su entorno, las reacciones que arranca incluso cuando no conocemos a quienes la sufren. A veces, por mi carácter, me han acusado de insensible, pero veo y siento, aunque no sea particularmente amiga de la vulnerabilidad que nos producen ciertas emociones. He llorado en el funeral de alguien desconocido. He visto la frustración y tristeza de quienes han perdido un ser querido, o de quienes temen perderlo. He visto la esperanza, el miedo, el dolor. Otras veces, cuando la lanza ha apuntado en mi dirección, no he visto nada o no he querido verlo, pero de todo he aprendido.

Varias veces os he hablado de muros. Creo que uno de esos muros es el rechazo a la debilidad y el sufrimiento, y todos lo padecemos en mayor o menor medida. A través de uno de los personajes de El constructor de muros exploro este temor en particular.

Y ni siquiera en la ficción es fácil.

Como os digo, hay vida más allá de las páginas. Lecciones que extraer, vidas que vivir, personas reales que hoy enferman, luchan, se recuperan o mueren. Pensar en estos temas nos recuerda que no estamos aquí para siempre, por jóvenes que seamos. Con esto no quiero enviar un mensaje pesimista, sino un mensaje de aceptación. La muerte y la enfermedad son parte de la vida y debemos convivir con ellas, tratarlas como molinos y no como muros para «contener» el sufrimiento.

Intento mostrar las dos caras de la moneda en El constructor de muros, porque a fin de cuentas somos humanos y por mucho que el instinto nos indique que debemos ser optimistas perder el control es más fácil de lo que parece. También quiero reflejar que el apoyo puede llegar de la persona más insospechada, que la fortaleza no es solo cosa de «fuertes».

Ánimo a los constructores, no importa de qué. El viento acabará pasando.


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