sábado, 12 de enero de 2013

Simple

Tanto tiempo buscando fórmulas mágicas, tramas completas, sorprendentes y precisas como engranajes... y luego resulta que acaba triunfando lo sencillo.

He decidido replantear algunas cuestiones de la trama... Esta semana he leído dos novelas en las que todo giraba entorno a un único hecho fundamental, al que se terminaba regresando por compleja que fuera la trama. Novelas muy distintas, más y menos vendidas, pero en cualquier caso de calidad. ¿Y por qué no intentarlo? Siempre supe que El constructor de muros sería más un experimento que una novela, que una vez la termine (si es que lo hago) pocas ocasiones quedarán ya de aprender con ella. Total, no cuesta nada adaptar un par de detalles... en esencia es lo mismo, se trata de cómo se presenta la información. Sí, siempre es eso: el cómo contar está siempre por encima de la idea. Primero pensamos en la historia, luego debemos decidir cómo contarla. Simple, ¿verdad?

Veremos cómo funciona el experimento...

2 comentarios:

  1. Jajaja... ¡Simple! Sí, pero allí radica toda la literatura, de punta a punta. Ninguna historia es lo suficientemente buena como para dar, por sí misma, una buena novela; ninguna historia es lo suficientemente mala para dar, por sí misma, una mala novela. Y todo ha dejado de ser original hace siglos. La cuestión es cómo se cuenta lo que se cuenta..

    Adhiero a la economía en las ideas de fondo. Y a darles la mayor profundidad posible, adhiriéndose a ellas a lo largo de toda la obra. Después de todo, el lector no es un coleccionista de sucesos y personajes, ¿no es así? Jaja.

    ¿Leíste "El extranjero" de Camus? Ni una complicación en la trama, la estructura o la prosa. Y es una novela impresionante; llegás al final y luego te pasás días y días rumiándola, sin poder escapar a ella.

    Abrazos!
    PD: la finalizarás, Natalia. Claro que sí.


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  2. He bajado "El Extranjero" al Kindle, Esther. No conocía el libro, pero por lo que cuentas puede ser muy útil..., eso, e interesante, porque he mirado de reojo las primeras líneas y promete mucho.

    Tienes mucha razón cuando dices que el lector no está para coleccionar sucesos y personajes. ¡Se trata de entretenerlo, no de volverlo loco! A veces queremos contar tantas historias que terminamos por no contar ninguna. La lección de la simpleza es una lección que conocemos desde el principio, pero que tardamos siglos en aprender. Debe ser la avaricia del escritor, que quiere dar detalles hasta de lo imposible... En fin, que hay que aprender a saber dónde está lo esencial y explotarlo.

    Funciona, pero se hace difícil dejar cosas por el camino. Yo intento decirme que esas son otras historias, y que ya volveré sobre ellas.

    Gracias por tus reflexiones, por los ánimos y por el libro, Esther.

    Abrazos!

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